A veces soy* bien. Soy tan bien a veces que me río de cosas que no hacen nada de gracia. Hay momentos en algunas noches que si me llama un amigo le ofrezco un helado. Santa fugacidad. Me levanto con ese sentimiento Discovery Channel de que en realidad hemos avanzado mucho y que en definitiva hemos avanzado en vano, porque estamos aquí para reproducirnos y nada más, y entonces no soy tan bien. Diría que soy más o menos. Me fijo en Karl Sagan y me quedo más o menos neutro cuando me doy cuenta que soy un ser insignificante y a la vez sumamente especial y que fui puesto en este mundo para estar al servicio de la evolución. Y me doy cuenta que no soy tan bien, que en realidad soy mal. Que no hago nada por alimentar esta tierra ni su historia. Cantar quizás. Hacer publicidad quizás no. Es bonito ese sentimiento social de especie, pero que mal. Porque una vez satisfechas mis necesidades básicas de comida y sexo, tengo que empezar a inventarme razones para colaborar con la evolución. ¿Eso significa levantarme cada mañana y preocuparme por hacer algo por mi proyecto personal? Tendría que ver que dicen los filósofos o los gurus de los nuevos estilos de vida al respecto. El caso es que no me queda de otra, suficiente tengo que haber nacido en un país del tercer mundo y tener que preocuparme todos los días por un montón de cosas bastante funcionales como para pensar en el universo. La conclusión siempre es que esto es lo que hay y así es como va a venir, bien o mal.

*Ya se usa el verbo estar, pero así tiene un doble significado ;-)