Es increible el desconocimiento que tenemos de todo lo que nos rodea y que tan bien estamos informados de todo lo que pasa en esos países verdes. Cómo nos preocupamos de la pobreza en Africa, de las injusticias en Irak, o de los conflictos en Israel y no somos capaces de entender porqué vivimos donde vivimos ni cómo vivimos ni con quien vivimos. No es un reproche, es más bien una autocrítica. Es bonito soñar con futuras generaciones o escribir del amor y es necesario, pero no es bueno estar ciego. Acabo de ver un documental sobre la vida de Jean Leopold Dominique, un agrónomo haitiano que dedicó su vida a la lucha por los derechos humanos y la libertad en Haití a través de su emisora Radio Haití Inter. El documental se llama “The Agronomist” y yo lo encontré en movie max. Pero más allá del desconocimiento que tenemos de la lucha de nuestros vecinos o de su realidad lo que me preocupa son las similitudes que sus carencias tienen con las nuestras. Nosotros somos la fiera domada, ellos son ese país incontrolable del Caribe, pero la pobreza es la misma aquí y allá, y aunque varían los millones de personas, la injusticia es igual. Y muchos se apresurarán a matizar esta afirmación, pero muy pocos somos capaces de identificar exactamente donde radican los problemas de esta isla, porque hemos crecido metidos en una burbuja que se hace cada más vez gruesa por la globalización. Sabemos mucho más de música que de soluciones. Y no hablo de leer más los periódicos para enterarnos mejor de cual es el chisme político de moda. Ya sabemos que la educación es deficiente, y que los políticos son corruptos, y que la economía no se recupera, y etc. Hablo de comunicarnos con las demás personas que están en la calle. Con los que no tienen internet. Con los que de verdad la están pasando mal. Hablar con ellos, a ver que logramos entender. Somos definitivamente la generación de la información, pero somos también una de las generaciones dominicanas menos comprometidas y organizadas que ha existido en este país, aun cuando la tendencia mundial es hacia el compromiso y hacia la organización ciudadana en pos de lograr soluciones para esos problemas que los políticos simplemente no quieren o no tienen tiempo de analizar. La única manera en la que vamos a lograr cambios efectivos en nuestro país, es si logramos entender que es lo que más afecta a la generalidad de la población, no sólo a los sectores privilegiados donde hemos crecido; es si nos organizamos en grupos donde se debatan abiertamente estos temas, en donde simplemente se haga el ejercicio de estar involucrados con la sociedad. Puede que sea más fácil mirar para otro lado, pero entonces lo único que estaremos haciendo es mirar la vida con la certeza de que un día nos vamos a morir y punto, y los que vengan después que se jodan. Exactamente el mismo razonamiento que usan nuestros diputados más ilustres cuando deciden aprobar una Ley que desproteje las áreas naturales y arqueológicas más importantes de la región, o vender el contrato de una planta energética a una compañía extranjera por un precio absurdo. Nosotros debemos asumir el compromiso de que estamos aquí para hacer una diferencia y para que sea posible empezar a construir la base de una utopía de la que nos beneficiaremos todos. Yo personalmente voy a trazarme una primera meta y voy a intentar entender donde coño estamos fallando.