El insomnio, parece algo terrible pero es como una droga. Llevaba días sin dormir y todo lo que hacía era pensar en letras, en sacar de mi cabeza estas ideas que llegaban entrometidas. A falta de trabajo, blog… Esa podría ser una frase muy común en el 2050, usada por los futurpsicólogos como terapia al insomnio y el paro. Entonces andaba montado en una nube con mis tres horas de sueño repartidas, un poco tristón, un poco sonámbulo. El dedo fácil, electrónico y estresado, no dejaba de maravillarse ante la posibilidad de ser escuchado, estaba como poseído y eso no me ayudaba a dormir. Así que desde que se ponía naranja la habitación por la mañana (no por el bonito amanecer, sino por el cubrecama que uso de cortina) me levantaba, me sentaba en el baño y me ponía a escribir, lo que sea, lo que saliera. De veinticinco archivos que salieron, me gustó más o menos uno y entonces fluyó. Una oda a mi estado, un canto a mi mujer subconsciente, una queja, un aviso, un desahogo, una filosofía…
Anoche dormí como un niño, y no veas el trabajo que me ha costado escribir hoy. Estoy como feliz, y eso que lloré por la mañana. Las canciones que escucho tienen otro significado, mis más bellos amigos me hacen sentir especial, pero estoy menos creativo. Quien fue el maldito chino que se inventó el yin y el yan. Pero ese es otro tema. Insomnio curado, que me hace falta y que temo recuperar, y un día de blog más y una prueba más de que a veces lo malo no es tan malo y trae muchas vainas buenas.