Algo giró en la tierra que lo cambió todo. Me dan ganas de estar flotando en el espacio como un satelite y verlo todo desde arriba. Ver esa grieta que quedó en el mar en el epicentro de aquel terremoto que cerró el año y abrio la caja de pandora. Ver como crece la amistad y decrecen las promesas. Como se amontonan las metas y pasa irremediablemente el tiempo. Ver, tener esa capacidad, verlo todo. No se si me de por jugar a ser Dios allá arriba, para cambiar las fechas de muerte y los reglones torcidos. Ver si podemos conservar un poco la inocencia y no ser niños tontos, sino dulces y sensibles adultos que encuentran y siguen encontrando y no se separan de su eje por una simple grieta. Ver los cambios sin que se me hinche el pecho, y se me salgan las entrañas y tenga que tomarme una dramamina para no vomitar más ese drama que causa la mezcla de alcohol y circunstancia. Seguro que para colgarme allá arriba en el espacio, me llevo el Ipod que nunca me he comprado, para seguir viendo con la ayuda de fito y de pedro, de andrés y de jorje… A lo mejor me llevo mi guitarra y mis sueños y una telera grande de pan integral para no morirme de hambre en el espacio. ¡Algún día! Porque el espacio está ahí para algo. Mientras tanto, me va tocar seguir construyendo historias aquí en la tierra y percibir el cambio en medio de este caos de isla que no tiene ni un satelite, ni una misión en el espacio, llena de burbujitas inconexas, llena de ojos doblegados por la monotonía, pero llena de amor del que busca refugio en este y otros blogs, y en la letra y en las cuevas del malecón, esperando siempre nuestro pequeño y particular tsunami.
i.