Te deseo de noche, prohibida hasta para los límites de mi locura, imposible.
Mi cabeza te nombra y alejo mis ojos de los tuyos para no confesarte.
El deseo, en medio de la más banal de las conversaciones, es mi refugio.
La razón ataca por mi flanco más dulce y siempre pierdo cansado de desearte.

Creo que sólo en sueños he logrado tenerte, un atisbo de luz antes de despertarme
y luego las rutinas, las contabilidades, y tu escondida ahí sin levantar sospecha.
Que pacto cruel mantiene al lobo atado, la sanidad del día y el futuro.
Que cristiano mi yugo y como crece el fuego si el secreto es sagrado.

Te quedarás ahí inconsciente de todo y te compartiré con todas mis conquistas
pero solo en la noche, sin murmurar suspiro, solo mientras me acuesto
con el deseo escondido de la dama que gime saboreando mi carne
y saboreando al tiempo su secreto prohibido.