Uno se busca y se busca. Vive siempre en gerundio buscando. Se busca a uno, se busca en los bolsillos. Se busca pareja y celo y necesidad de amarse. Se buscan razones. Se busca una identidad hecha de retazos de identidades falsas. Se busca tanto.
Que tal si un día nos decidimos y empezamos a ser nosotros mismos. Hablamos abiertamente de eso que nos molesta, lo que nos mueve, lo más sencillo, lo más complicado. Y dejamos de buscar encontrando. Lo sexual, lo virtual, lo banal. Quiero desnudarme en medio de la plaza más pública y no sentirme avergonzado. Por un día, sólo por un día, o por todos los días que haga falta hasta que pasemos esa fase en la que tenemos que agachar la cabeza. ¿Sería demasiado arriesgado? ¿Nos perderíamos el respeto? Es probable. Pero eso no pasa por ser nosotros. Eso pasa porque tenemos que dejar de juzgarnos tanto, de criticarnos tanto. Cada uno de nosotros ha pasado por momentos de estupidez extrema y momentos de brillantez absoluta, así que porqué no podemos asumir que todos tenemos esa capacidad. Si quieres ir a la Iglesia, bien. Si quieres divertirte con dos o tres mujeres, o con uno o más hombres, bien. Si no quieres hacer nada, bien. Tu eres el único que puede decidir cuando te has cansado de tal o cuál cosa. Mientras tanto yo me puedo reír con todas las cosas que tenemos en común y no con aquellas que nos hacen diferentes. Mi utopía, algún día.